lunes, 22 de junio de 2015

Hace unos tres años, mientras me preparaba para hacer las prácticas como comunicadora, se me pidió realizar un ensayo para evaluar la pertinencia de mi vinculación con la oficina en la que desarrollaría mi labor.  Es una impronta del pasado que hoy quiero compartir...


La vida es una escuela y un campo laboral para administrar el mundo.


Por  Claudia P. Marroquín J.

“La gente que nunca hace más de lo que se le paga,
nunca obtiene pago por más de lo que hace.”
Elbert Hubbard


Volver a la Universidad después de casi 20 años, no es propiamente un acontecimiento fortuito. Alguna vez, en esos tempranos años de la juventud, en medio de una búsqueda constante y después de vivir intensamente un período académico de alta exigencia y un diversificado campo de exploración, quedó fijado como un trazo inequívoco, la ruta de acceso para un proyecto de vida que involucraba entre otras cosas, el ámbito académico.
Hoy estoy asumiendo con muchísimo entusiasmo el proceso de saberme ávida de conocimiento y de querer cerrar un ciclo que muy seguramente será la llave para abrir otros más que anhelo vivir.
No es posible para mí concebir la vida sin constantes retos. Una vez las circunstancias de la vida me llevaron a formar una familia y asumir la crianza de mis hijos, debí tomar decisiones con respecto a la manera en que quería educarlos sin perder el contacto con el mundo y la manera de desempeñarme dentro de él.  Desde entonces, una de las primeras lecciones estuvo centrada en la organización de mis actividades y tareas en torno a los objetivos y metas propuestas.
Diseñar un proyecto de vida familiar, no deja de lado el contar con nuevos actores, circunstancias y contextos que se van dando en el intento de hacer el camino.  Así,  mis hijos nutrieron el panorama al permitirme desarrollar en primera instancia la responsabilidad gozosa de quien provee vida pero debe dejarse guiar por el espíritu de consecuencia, es decir, de la capacidad de sembrar en el día a día una gran dosis de energía, estimulación, amor, tiempo y fundamentalmente mucha paciencia, para realizar en los niños la mejor siembra en todos los campos. Al compás de esta marcha, se van incorporando una serie de actividades, personas, empresas y experiencias que deben ser adaptadas al contexto de ser madre y esposa en un equilibrio de componentes que consoliden buenos resultados.

 Tengo la certeza, por lo tanto, luego del ejemplo de mi madre que asumió forzosa pero eficazmente las labores de una casa y que hoy en día es una gran administradora de propiedad horizontal y de mi propia experiencia, que quien sabe administrar un hogar, puede perfectamente administrar campos más amplios  e incluso liderar significativos procesos y proyectos en cualquier organización que trascienda al mundo.
Parto de esta premisa, para compartir algunos momentos de mi vida laboral que así lo sustentan.

 En primer lugar, es necesario generar experiencias de campo para conocerse a sí mismo y desarrollar las habilidades básicas para cumplir la misión personal, pero a la vez ejercitarse en la toma de decisiones, en las formas de interacción y en la asertividad y control emocional que demanda un proyecto de vida.
En ese sentido, una de mis más preciadas vivencias, estuvo enmarcada por la gerencia de “Provirtual”, una pequeña empresa que surgió de una sinergia maravillosa, entre tres familias que quisimos vivir la aventura de aprovechar la crianza de los pequeños, para crear personajes e historias  infantiles en torno de una propuesta televisiva. El buen desempeño del trabajo en equipo, permitió que se pudiera realizar un proyecto audiovisual, con un buen piloto, en el que pudimos aprovechar nuestros talentos y aptitudes y ponerlo a prueba con nuestro propio público infantil. En este proyecto fue menester invertir una alta dosis de creatividad para diseñar, en primer lugar una estrategia que nos permitiera llevar a cabo el proyecto, sin invadir los espacios íntimos y poder construir un espacio cómodo pero con la independencia para trabajar en un planeado circuito de tiempos con cada familia. Una de las lecciones aprendidas estuvo centrada en el manejo de las emociones, que no siempre se podían neutralizar y requerían de mucha fortaleza mental para tomar decisiones apropiadas en cada dificultad que se presentaba. Otra lección que dejó una gran huella, fue la de advertir la necesidad de prepararse adecuadamente en las áreas que son asignadas o asumidas libremente, en aras de un excelente desempeño. En ese caso, haber aceptado gerenciar la empresa nueva, me involucró con una serie de exigencias ante el estado colombiano, en cuanto a la conformación y creación legal de la misma, el manejo financiero de nuestro sueño y la desconocida región del mercado al cual nos dirigíamos. Más allá de lo que pudimos lograr comercialmente, quedaron grandes certezas de nuestras habilidades y destrezas que se vieron reflejadas en un producto de excelente calidad, con canciones, guiones y un trabajo manual artístico en títeres y escenarios que fueron fruto de un gran trabajo en equipo, donde desempeñamos varios roles y pusimos a prueba nuestra capacidad de emprendimiento. Todos entregamos el 100% sin pensar en un sueldo, pero con la certeza de que el esfuerzo y la calidad en la acción, traería frutos apreciados para nuestro entorno y compensaría el sacrificio.

En segundo lugar, debo resaltar una experiencia de trabajo independiente con una red de mercadeo internacional, en la que me desempeñé por un buen tiempo con resultados satisfactorios, tanto por la efectividad como por la formación personal que demandó el proceso.
Trabajar el network marketing, en Colombia, cuando apenas se estaba conociendo esta modalidad de ingresos, representó abrir la brecha y ser en más de una ocasión pionera para preparar la siembra de muchos otros proyectos y productos que entraron al país enseñando a construir redes humanas y  novedosos planes de compensación para reflejar los frutos del esfuerzo. Un nuevo ciclo de capacitación se abrió en mi vida, para lanzar un plan de acción y llevar a cabo actividades acordes a la propuesta de la multinacional.
Investigar acerca del producto, las necesidades reales de la gente y estudiar el material proporcionado por la empresa, fue una primera instancia, antes de participar de una dinámica social muy amplia en la que debía contactar, transmitir persona a persona, y en otras ocasiones a  grupos, una información diseñada para cada  perfil.  Por primera vez supe de la importancia de reconocer en la comunicación no verbal, en la espontaneidad y la autenticidad con la que incluso nos vestimos y en la magia de la palabra, un universo de símbolos y significados que abren o cierran puertas, posibilidades de contactar y sacar lo mejor de cada quien. Entendí que todo en esta vida es negociable, y que la única fórmula para no violentar mi filosofía de vida y por el contrario, dejar un aporte valioso a la sociedad, es la del “gana/gana”.   Una vez acepté prepararme y ejercitarme con los contactos que hacía, vi crecer mi equipo de trabajo y comprender la trascendencia de una comunicación clara y oportuna alrededor de unas reglas de juego que debían ser respetadas por todos. Las lecciones en este período, estuvieron centradas en la necesidad de un mejor manejo de las relaciones humanas, y la imperiosa exigencia del manejo del tiempo, reflejado en una agenda que pudiera integrar mi vida de hogar con los compromisos y tiempos previstos. Saber decidir sobre lo importante y lo urgente, y ser cada vez más puntual en mis citas, como señal de respeto e interés, fueron algunos de los puntos que tuve incorporar a la escuela de la vida de la que ya era alumna.

Y en tercera lugar, y desde el aporte que afianzó mi interés por integrar las habilidades y competencias personales con la actividad investigativa y académica en comunicación, debo mencionar la experiencia vivida con “Tiempo de Cine”, que junto a otras empresas de menor significación, me permitieron constatar que el proyecto de vida estaba evolucionando y madurando hacia otra etapa.
En Bogotá, fui llamada y seleccionada por “Tiempo de Cine” para firmar un contrato que me involucraba en la producción y realización de un programa infantil, en el cual debía fundamentalmente interpretar la voz de uno de los personajes principales.  Dado mi interés por el proyecto, terminé participando en otras funciones que me conectaron de nuevo con el mundo de la producción audiovisual. Tal vez experimenté la necesidad de entregar de una forma muy significativa, en concordancia con el “bien ser” y el “bien hacer”, antes que con la sola aspiración a una cantidad de dinero por la interpretación de mi voz. El aprendizaje para mí y el aporte de ideas que hice para el proyecto, me dejaron no sólo el reconocimiento y las buenas referencias, sino la profunda necesidad de seguir estudiando, investigando y escribiendo. Paralelamente a este proyecto, pude grabar un segundo disco, con 12 temas compuestos e interpretados por mí. Esta última experiencia fue una cosecha de muchas acciones previas que me permitieron plantear un proyecto, planificar cada etapa de producción musical y desarrollar un plan de acción que aun me tiene comprometida como comunicadora innata, en la gestión y prácticas para circular el producto cultural que fue creado. Hoy en día, esta última instancia hace parte de mi trabajo de grado, que ha significado realizarme como investigadora en un área que no sólo me será útil como artista, sino que espero poder compartir con muchos otros cantautores del país.

En conclusión, he podido constatar que la mejor maestra para orientar y construir mi propio proyecto de vida, ha sido la vida misma.

Sin importar en qué lugar o espacio me tendré que desenvolver, he de tener  siempre como norte el descubrimiento de mí misma en todos los aspectos y el deseo de desarrollar, estimular y compartir todas las demás fortalezas y aptitudes que me fueron dadas.

Considero finalmente, que los fracasos, limitaciones y dificultades que me han sido puestos en el camino y que ahora sé que jamás se irán mientras sea alumna de la vida y sea necesario superar cada lección, hacen parte del día a día y no pueden condicionar la entrega en cada objetivo propuesto. 

Por el contrario, la vida misma, mi más apreciada maestra, me ha mostrado cuan ignorante soy, pero a la vez, como lo expresaba Iván Pavlov, cuanto he podido penetrar en los misterios que rigen los hechos de nuestra humanidad, y cuanto valoro lo que aun nos está dado hacer por ella. Impactar positivamente en el mundo, es parte de lo que sostiene la responsabilidad de administrar la parte que nos ha sido asignada. Eso creo.


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